No he pedido tu opinión
- cristinacayuela
- 24 ene 2019
- 2 Min. de lectura
Un día cualquiera salgo de mi casa en dirección a alguna parte. Voy tranquila, relajada, contenta, o quizá triste, preocupada, enfadada. Me encuentro de repente con alguien conocido y tras el saludo inicial me dice: estás más rubia. ¡Pardiez! me he encontrado con una persona opinadora. ¿Qué es una persona opinadora? es aquella que cada vez que te ve tiene que dar su opinión sobre tu aspecto y/o estado de ánimo, como si no tuvieras espejo o no te hubieras dado cuenta de que ese no es tu mejor día. Incluso hay quien se viene arriba y se atreve con un "que mala cara tienes". Estos juicios innecesarios a veces no son inocuos y pueden hacer daño a la persona que los recibe, porque no sabemos qué hay detrás de una mala cara, de unas ojeras, una delgadez o una gordura. Quizá esa persona no esté pasando por un buen momento y dejarle claro que hemos notado su desmejoría puede añadirle una mayor preocupación, sobre todo si está relacionada con la salud. Y no sólo ocurre en los encuentros fortuitos de un saludo rápido, sino en conversaciones más asentadas. En ocasiones cometemos la imprudencia de emitir un juicio sobre aquello que se nos está contando (quien esté libre de pecado que tire la primera piedra) y no podemos resistirnos a dejar nuestra impronta sobre si lo que nos dicen está bien, mal, o cómo lo hubiéramos hecho nosotros en su lugar. Da igual que esa opinión no nos la hayan pedido, nos creemos con el deber de sacar conclusiones de situaciones que, la mayoría de las veces, desconocemos. ¿Estamos preparados para escuchar sin juzgar? Propongo un ejercicio: cuando mantengamos un diálogo dediquémonos sólo a escuchar, a poner nuestra atención en lo que se nos dice y no en lo que queremos responder. Escuchemos sus argumentos sin tener la necesidad de evaluar sus palabras. A veces se necesita más ser escuchado que ser respondido.

Comments